Si bien la necesidad de contar con un Código de Ética fue discutida a fines de los años 80 y comienzo de la década del 90, fue recién en el siglo XXI en el que se llegó a la conclusión de que había que generar un texto que sirviera de guía para los periodistas.
En particular, en 2012, varios hechos en Uruguay confluyeron en la necesidad de volver a tratar el tema. La creciente demanda social por una autocrítica en el periodismo, la preocupación de periodistas por consensuar mecanismos de autorregulación y elevar los estándares profesionales ante algunas coberturas puntuales donde se traspasaron límites hasta ese momento respetados.
En ese marco, la Asociación de la Prensa Uruguaya (APU), el Centro de Archivos y Acceso a la Información Pública (CAinfo) y el Grupo Medios y Sociedad (GMS) lanzaron un debate en todo el país para definir un Código de Ética. El texto fue finalmente aprobado por los socios de la APU en abril de 2013.